El Coyote
El Coyote.
Nada más te contaré una ultima. Subir la montaña, fue.... fue de lo mejor que hice en mi vida. Caminaba por un sendero empinado, la vegetación se cerraba. Arranqué cientos de hierbas, acomodé palos y pétalos para mantenerme ocupada, como antídoto contra el run-run de mi mente, y cayó la noche, así, de pronto. Fue justo cuando rodeé el pico. Al estar del otro lado, la luz desapareció, los sonidos se dispararon. Los grillos cantaban, los pájaros no. Ellos, callados. Y un tiempo aguanté, valiente, a paso firme. Recogí dos piedras, una redonda y lisa, otra irregular. Seguí adelante. Ya iba de vuelta cuando sentí que algo me vigilaba. De vez en cuando volteé, pero todo era oscuro. ¿Te has sentido observado? Un par de ojos me empujaban la espalda. ¡Acelera el paso! Volteé de izquierda a derecha, atrás, arriba. Y escuché “uiii uiii”, a nivel de la tierra, no en los árboles. Esperaba encontrar el brillo de dos ojos. Apreté la piedra (de algo me tenia que agarrar), no me vaya a salir algo por delante mientras miro atrás. ¿Para dónde mirar? Aquí viene ese “uiii uiii” sin origen, pero con un destino claro. Ese sonido me sujetó. Y supe lo que era. ¡Eras tú! Lo que me observaba, eras tú…