LA INFAMIA ES UN KAIBIL: RESEÑA DE A VECES DESPIERTO TEMBLANDO POR ROBERTO PLIEGO en MILENIO
LA INFAMIA ES UN KAIBIL
Por Roberto Pliego
Entre marzo de 1982 y agosto de 1983, a la sombra del terror impuesto por el general Efraín Ríos Montt, el ejército de Guatemala asesinó o desapareció a 100 mil civiles, secuestró a niños y niñas, y violó y torturó a un número incalculable de mujeres. Esta es la materia infame sobre la cual se levanta A veces despierto temblando (Premio Mauricio Achar/ Literatura Random House 2021). A pesar de la turbulencia histórica, del pasmo producido por los informes periodísticos, todo en esta novela está animado, y constituido, por la ficción.
Y la ficción no nos libra del horror al que Ximena Santaolalla invoca para conferirle un nombre y un origen familiar, un cuerpo maloliente o abierto de piernas, una voz imperiosa o suplicante, una mueca que contiene el placer o la impotencia ante la experiencia del dolor. Estos atributos pertenecen a un grupo de kaibiles entrenados en un campo militar de Texas y a unas cuantas sobrevivientes del genocidio. Contra cualquier prescripción religiosa, el mal revela su naturaleza esencialmente humana.
¿Cómo dar cuenta de uno de los episodios más cruentos de la historia de América Latina sin abrirle la puerta a la diatriba política? Santaolalla responde con aliento coral. Habla el sádico instructor que prende fuego a sus víctimas, y hablan sus pupilos, kaibiles hechos para desmembrar a los “comunistas” o a la población indígena que no sabe de “la subversión”; hablan las niñas encerradas en un búnker o condenadas a servir en un burdel; hablan los testigos de la barbarie y los asesinos afiebrados que se sueñan humillando a los más débiles; habla el poder analfabeta y babeante, y la inocencia llamada a ser un amasijo de carne molida.
No hay viaje de vuelta después de la lectura de A veces despierto temblando. No lo hay después de llevar la cuenta de casi treinta años —el año 2012 en el que confluyen todas las historias— y menos aún de la imagen cercana al final que entrega a “un hombre sin cabeza abrazado a un niño sin cabeza”. O quizá lo hay. Quizás es todavía posible comprender lo que significa la humanidad en guerra contra lo mejor de sí misma.
Transfigurar la vocación de sometimiento y exterminio en arte literario: ese es el magnífico empeño que Ximena Santaolalla nos ha confiado.
10 de junio de 2022
https://www.milenio.com/cultura/laberinto/a-veces-despierto-temblando-de-ximena-santaolalla-critica